¿Qué enseña la Biblia acerca de Jesús?

La Biblia nos enseña sobre las parábolas y los milagros de Jesús y, lo más importante, sobre Su vida. Él es un ejemplo perfecto para nosotros. Por medio de la Biblia, podemos llegar a conocer y amar a Jesús.

Un hombre sentado en un sofá estudia la Santa Biblia con las páginas abiertas en la epístola de Pablo a Filemón

Los cuatro Evangelios

La vida de Jesucristo se detalla en los primeros cuatro libros del Nuevo Testamento, que se conocen como los cuatro Evangelios. Cada evangelio se atribuye a un autor diferente: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Mateo y Juan fueron apóstoles de Jesús que presenciaron estos acontecimientos de primera mano. En lugar de que cada evangelio continúe donde lo dejó el anterior, cada autor ofrece un relato de principio a fin del ministerio de Jesús en la antigua Judea. Esto significa que tenemos cuatro perspectivas diferentes de la vida de Jesucristo, cada una con sus propias percepciones y puntos de vista únicos. Juntos, proporcionan un testimonio inolvidable de las enseñanzas de Jesús, Su ejemplo y Su sacrificio.

Las enseñanzas de Jesús

Durante Su vida, las enseñanzas de Jesucristo tomaron muchas formas diferentes. A veces eran respuestas a preguntas que le hacían. Otras veces, eran sermones que Él daba a Sus seguidores reunidos, como el Sermón del Monte. A menudo, Sus enseñanzas tomaban la forma de parábolas; relatos sencillos que Él contaba para ilustrar importantes principios del Evangelio de una manera que pudiera ser comprendido por quienes buscaban sinceramente la verdad.

Sin embargo, sin importar la forma en que Él eligiera comunicar Su mensaje, surgían temas comunes. Jesús enseñó la importancia de asegurarnos de que seamos justos no solo en nuestras acciones, sino también en nuestros pensamientos, sentimientos y motivaciones. Expresó la necesidad de cuidar de los más vulnerables entre nosotros, al tiempo que condenó la hipocresía y el orgullo. Glorificó continuamente a Su Padre Celestial y alentó a Sus seguidores a fortalecer su relación con Dios por medio de la oración.

Las parábolas de Jesús

El hijo pródigo
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Jesús enseña el perdón por medio del relato de un padre que recibe de nuevo a un hijo descarriado.
El buen samaritano
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Jesús enseña el amor al prójimo mediante el relato de un hombre que lo dejó todo para ayudar a un desconocido al que habían golpeado y robado.
La oveja perdida
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Jesús enseña el valor de cada alma a través del relato del pastor que deja sus noventa y nueve ovejas para encontrar a la que está perdida.
La parábola de los talentos
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Jesús enseña la importancia del crecimiento personal por medio del relato de tres siervos que reciben dones que se espera que nutran y hagan crecer.

El ejemplo de Jesús

Jesús nos mostró la manera de vivir no solo por medio de Sus palabras, sino por medio de Sus acciones. Al leer los cuatro Evangelios, verás ejemplos de cómo Jesús utilizó Su tiempo para sanar a los enfermos, alimentar a los hambrientos y consolar a los afligidos. Expresó amor por los demás y estuvo dispuesto a defender lo que sabía que era correcto. A diferencia de Jesús, nosotros no podemos vivir una vida sin pecado, pero podemos hacer todo lo posible por seguir el ejemplo que Él nos ha dado.

El sacrificio de Jesús

Sin importar cuánto nos esforcemos por aprender las enseñanzas de Jesucristo y seguir Su ejemplo, cometeremos errores. Es entonces cuando entra en vigor el verdadero poder de Jesucristo, tal como se enseña en los cuatro Evangelios. Juan 3:16 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”. Los cuatro Evangelios nos enseñan que, durante la última semana de Su vida, Jesucristo sufrió y murió para pagar el precio por nuestros pecados. A ese sacrificio se le llama la Expiación. Gracias al sacrificio expiatorio de Jesús, podemos arrepentirnos y ser perdonados para que algún día podamos regresar a la presencia de Dios.

Después de que Jesucristo murió, resucitó milagrosamente. Gracias a que Jesucristo venció la muerte, todos podemos esperar con anhelo la vida después de la muerte. De todo lo que podemos aprender de Jesús en la Biblia, la realidad de Su sacrificio es el principio más poderoso que podemos llegar a entender.

Las epístolas del Nuevo Testamento

Después de la Resurrección de Jesucristo, Él organizó a Sus discípulos para asegurarse de que la obra de Su Evangelio continuara. Se puede encontrar un relato de sus viajes y experiencias en el Libro de los Hechos, que sigue inmediatamente a los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento. El resto del Nuevo Testamento se compone en gran parte de una serie de escritos de los primeros Apóstoles. A menudo se los llama las epístolas, pero puede ayudarnos el pensar en ellas como cartas. En estas epístolas podemos encontrar muchas enseñanzas maravillosas acerca de Jesucristo, que los primeros apóstoles escribieron para fortalecer la fe de los primeros conversos del cristianismo.

Cristo en las epístolas

1 Juan 4:19
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“Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero”.
Romanos 8:16–17
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“Porque el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios, y coherederos con Cristo”.
1 Corintios 12:27
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“Pues vosotros sois el cuerpo de Cristo, e individualmente sois miembros de él”.
1 Juan 1:7
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“Pero si andamos en la luz, como él está en la luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado”.

El libro de Apocalipsis

En el libro de Apocalipsis, el apóstol Juan detalla su visión de la segunda venida de Jesucristo, cuando Él regresará en gloria y establecerá Su reino en la tierra. Ese es el momento en que todo el mundo sabrá que Jesucristo es el Hijo de Dios. En Apocalipsis 5:13 dice: “Y a todo ser viviente que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sean la alabanza, y la honra, y la gloria y el poder, para siempre jamás”.

El Antiguo Testamento

Aunque el Antiguo Testamento nunca se refiere al Salvador como “Jesucristo”, vemos muchos de Sus otros nombres a lo largo de sus páginas. Mesías, Jehová, Emanuel, Redentor, Santo de Israel, Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Sempiterno y Príncipe de Paz son solo algunos de los nombres por los que se le identifica. Los profetas del Antiguo Testamento predijeron Su nacimiento, Su ministerio y Su sacrificio salvador. Por ejemplo, en el libro de Isaías recibimos una descripción hermosa y polifacética del Mesías que vendría a redimir al pueblo de Dios. El nacimiento de Jesús se detalla en Isaías 7:14, que dice:

“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que una virgen concebirá, y dará a luz un hijo y llamará su nombre Emanuel”.

Isaías 6:1 predice el ministerio de Jesucristo:

“El espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ha ungido Jehová para proclamar buenas nuevas a los mansos; me ha enviado a vendar a los quebrantados de corazón, a proclamar libertad a los cautivos y a los prisioneros apertura de la cárcel”.

Recibimos un testimonio conmovedor del sacrificio inminente de Jesús en Isaías 53:4–5, que dice:

“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores, y nosotros le tuvimos por azotado, herido por Dios y afligido. Mas él herido fue por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por sus heridas fuimos nosotros sanados”.

Estos versículos son solo algunas de las maneras en que el Antiguo Testamento nos dirige hacia Jesucristo. De hecho, durante Su ministerio terrenal, tal como se detalla en el Nuevo Testamento, Jesús a menudo señalaba las mismas Escrituras del Antiguo Testamento que Él estaba cumpliendo. Sus palabras proporcionan un puente entre las dos mitades de la Santa Biblia, uniéndolas en una voz unificada que declara que Él es Jesucristo, el Hijo de Dios, el Redentor de Israel y el Salvador de toda la humanidad.

El simbolismo en el Antiguo Testamento

Abraham e Isaac
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Cuando Abraham se enfrentó al sacrificio de su hijo primogénito, eso simbolizaba el sacrificio inconmensurable que el Padre Celestial haría por medio de la muerte de Su Hijo Primogénito, Jesucristo.
La serpiente en el desierto
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Cuando las serpientes venenosas atacaron, Moisés levantó una vara en el desierto para salvar la vida de los israelitas, quienes solo tenían que mirarla para ser sanados. Del mismo modo, debemos considerar a Jesucristo como la única fuente verdadera de salvación.
La ley de Moisés
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Cuando Dios mandó a Moisés que instituyera la ley del sacrificio de animales entre su pueblo, fue un símbolo del sacrificio que Jesucristo haría por nosotros.
Jonás y el gran pez
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Cuando Jonás fue tragado por un gran pez, permaneció en su vientre durante tres días antes de ser devuelto a la luz del día, recordándonos los tres días que Cristo permanecería en la tumba antes de resucitar gloriosamente.

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