Al saber quién eres y quién es Dios, puedes obtener una comprensión más profunda del poder de la oración y de por qué funciona.

El Apóstol Pablo nos enseña que “[Somos] linaje de Dios” (Hechos 17:29). Tú eres un hijo de Dios. Dios es literalmente el Padre de tu espíritu. Como todo padre, Él desea tener una relación especial contigo. Él desea que te comuniques con Él por medio de la oración y siempre te escucha cuando lo haces.

Al igual que los padres terrenales se preocupan profundamente por sus hijos, tu Padre Celestial te ama y desea que seas feliz. Eso no significa que tu vida siempre será fácil o alegre. Dios permitirá que experimentes desafíos para enseñarte lecciones importantes y ayudarte a ser una mejor persona; pero Dios siempre contestará tus oraciones debido a Su amor infinito por ti y por todos Sus hijos.

Nuestro amoroso Dios desea que Sus hijos reciban todas las bendiciones que Él pueda darles. Jesucristo explicó el deseo de Dios de contestar nuestras oraciones: “¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿Y si le pide un pez, le dará una serpiente? “Pues si vosotros […] sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le piden?. (Mateo 7:9–11).

Dios contestará tus oraciones, pero eso no significa que te dará lo que le pidas. Debido a que Él sabe lo que es mejor para ti, Él contestará tus oraciones a Su manera. Esfuérzate por pedir cosas que estén en armonía con la voluntad de Dios.

El objetivo de la oración no es cambiar la voluntad de Dios ni obligarlo a hacer lo que tú quieres que haga. La oración te permite recibir las bendiciones que Dios ya tiene reservadas para ti. Al orar para saber lo que Dios quiere que hagas y lo que Él tiene preparado para ti, verás más bendiciones en tu vida y recibirás más respuestas a tus oraciones. Jesús enseñó: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis, y os será hecho” (Juan 15:7).

El Nuevo Testamento enseña: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios […] y le será dada. “Pero pida con fe” (Santiago 1:5–6). La fe es creer en cosas que aún no puedes ver (véase Hebreos 11:1). Si oras y crees sinceramente que Dios te responderá, Él lo hará.

Recibir y reconocer las respuestas a tus oraciones puede requerir algo de trabajo y paciencia de tu parte.

Puede sonar sencillo, pero debemos pedir a Dios las bendiciones que necesitamos. Jesús enseñó: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis” (Mateo 7:7). Cuando te esfuerzas sinceramente por obedecer los mandamientos de Dios, Él dará respuesta a tus oraciones y tú estarás listo para recibirlas. Dios “oye la oración de los justos” (Proverbios 15:29).

El ayuno es una herramienta poderosa para recibir respuestas a las oraciones. Ayunar significa abstenerse voluntariamente de comida y agua durante cierto tiempo. Eso demuestra a Dios tu humildad y tu disposición a sacrificarte para recibir bendiciones. Cuando Jesús encontró a algunos de Sus discípulos tratando sin éxito de sanar a un joven, señaló que la bendición que buscaban, aunque justa, solo se podía obtener “con oración y ayuno” (Mateo 17:21).

A veces, Dios no contesta las oraciones de inmediato, o no contesta las oraciones en absoluto. ¿Significa eso que a Él no le importa o que no está escuchando? No, en absoluto. A veces, Dios espera para contestar nuestras oraciones, porque confía en que tomaremos la decisión correcta. Otras veces, Dios requiere que esperemos pacientemente una respuesta para que podamos edificar nuestra fe y confianza en Él; y en algunas ocasiones, Dios nos da respuestas, pero puede que no sean lo que esperábamos. Sea cual sea la respuesta, puedes hallar consuelo en el hecho de que Dios siempre escucha cuando oras, y que Él desea lo mejor para ti. Tu Padre Celestial cuidará de ti y te ayudará a llegar a ser la mejor versión de ti mismo.