El Santo Espíritu, o Espíritu Santo, es un testigo de Dios y Jesucristo. El Espíritu Santo confirma la veracidad del Evangelio de Jesús. Él se comunica con nosotros con una “voz apacible de perfecta suavidad, cual […] un susurro, y penetr[a] hasta el alma misma” (Helamán 5:30).

El Espíritu puede guiarnos a lo largo de nuestra vida. Al pedirle en oración ayuda a Dios, Su Espíritu Santo te “mostrará todas las cosas que deb[es] hacer” (2 Nefi 32:5). Una manera en que Dios se comunica con nosotros es por medio del Espíritu Santo. El Espíritu Santo habla a nuestra mente y a nuestro corazón por medio de pensamientos y sentimientos.

Antes de que Jesús fuera crucificado, Él prometió a Sus seguidores que el Padre les enviaría el Consolador, o el Espíritu Santo (véase Juan 14:26–27). Una de las funciones del Espíritu Santo es brindar consuelo y paz. El Espíritu nos consuela cuando estamos asustados, solos o abrumados, y nos llena de “esperanza y de amor perfecto” (Moroni 8:26).

El Espíritu puede cambiar y purificar tu corazón. Cada uno de nosotros experimenta luchas internas e invisibles. Podemos sentir ira, dolor, celos o muchos otros resentimientos causados por diversas circunstancias. Mediante nuestra fe en Jesús, el Espíritu Santo puede purificar nuestro corazón y cambiar nuestro carácter. Puede ayudarnos a perdonar a los demás, reemplazar la ira con amor y llegar a ser más como Jesús.

El Espíritu Santo te puede ayudar a “conocer la verdad de todas las cosas” (Moroni 10:5). Él testifica del Padre Celestial y de Jesucristo, así como de la función divina de Jesús, del amor de Dios y de todas las demás verdades eternas. Puedes sentir que el Espíritu Santo confirma la verdad en tu corazón y mente a medida que estudias las Escrituras y oras para entenderlas.

Cualquier persona puede sentir la influencia y el poder del Espíritu Santo al procurar hacer el bien y esforzarse por seguir el ejemplo de Jesucristo. Actividades tales como la oración, leer la palabra de Dios, asistir a la iglesia y servir a los demás, a menudo invitan la influencia del Espíritu Santo. Las Escrituras ofrecen explicaciones sobre cómo mantener el Espíritu Santo contigo.

Las personas humildes reconocen el poder de Dios y priorizan Su voluntad por encima de la suya propia. Esto invita al Espíritu. El Libro de Mormón aconseja: “Que os humilléis ante el Señor, e invoquéis su santo nombre, y veléis y oréis incesantemente, para que no seáis tentados más de lo que podáis resistir, y así seáis guiados por el Santo Espíritu” (Alma 13:28).

La Biblia enseña que “es pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). Tener fe te ayudará a sentir más la influencia del Espíritu Santo. El Libro de Mormón confirma: “Y todos los que […] tienen fe, gozan de comunión con el Santo Espíritu, el cual se manifiesta a los hijos de los hombres según su fe” (Jarom 1:4).

Jesús promete que el Espíritu siempre estará con las personas que recuerden lo que Él ha hecho por ellas. El Libro de Mormón narra cómo Jesús visitó a las personas del antiguo continente americano después de Su Resurrección. Tal como lo había hecho en Jerusalén, instituyó entre ellos la Santa Cena (o comunión) y les dijo: “Haréis esto en memoria de mi cuerpo […]. Y será un testimonio al Padre de que siempre os acordáis de mí. Y si os acordáis siempre de mí, tendréis mi Espíritu para que esté con vosotros” (3 Nefi 18:7).