El propósito de la vida
La vida es un tiempo para crecer, vivir por la fe, alcanzar la felicidad y prepararse para regresar a vivir con Dios.
Dios tiene un plan para nuestra felicidad
La vida tiene propósito y significado. Dios, en su calidad de Padre amoroso, desea que obtengamos felicidad y gozo. Él elaboró un plan para que nos desarrollemos, vivamos por la fe, formemos familias y volvamos a vivir con Él algún día. El plan de Dios, a menudo llamado el Plan de Salvación, brinda significado y contexto a nuestra vida aquí en la tierra al responder a las grandes preguntas: “¿De dónde vengo?”, “¿Por qué estoy aquí?” y “¿Qué sucede después de morir?”.
Aprende acerca del Plan de Salvación de Dios
Antes de nacer vivías con Dios, tu Padre Celestial. Él te conocía, te amaba y te enseñó acerca de las decisiones que te conducirían a la felicidad duradera. A ese período se le conoce como la vida preterrenal.
Dios quiso que viniéramos a la tierra para obtener un cuerpo físico. Aquí enfrentamos desafíos y situaciones que nos ayudan a aprender y a crecer para llegar a ser más como Él.
Dios sabía que cometeríamos errores, así que escogió a Jesús para que viniera a la tierra y sufriera por nuestros pecados. El sacrificio de Jesús nos permite ser perdonados y limpiados de nuestros pecados para poder vivir otra vez con Dios algún día.
Aquí en la tierra no recordamos haber vivido con Dios. Como resultado, debemos tener fe y aprender a escoger entre el bien y el mal. La vida no es fácil, pero los tiempos difíciles nos permiten apreciar la felicidad y la paz.
Jesús sufrió y murió por nuestros pecados. Pero eso no nos exime de nuestra responsabilidad: debemos aceptar a Jesús arrepintiéndonos cuando cometemos errores, siendo bautizados y guardando Sus mandamientos.
Cuando morimos, nuestro espíritu se separa de nuestro cuerpo. Nuestro espíritu va al mundo de los espíritus, un lugar de descanso y felicidad para aquellos que han tomado buenas decisiones, y un estado de infierno para aquellos que han tomado malas decisiones.
El mundo de los espíritus no es un destino ni un juicio final. De hecho, debido a que Dios es tan amoroso y justo, a las personas en el estado de infierno que nunca supieron acerca de Jesús se les enseña Su evangelio y se les da la oportunidad de aceptarlo.
Jesús venció la muerte para que todos podamos vivir de nuevo. Esto es lo que llamamos la Resurrección. Cuando resucitamos, nuestro espíritu y nuestro cuerpo se vuelven a unir. Nuestro cuerpo será perfecto y nunca volverá a morir.
Jesús nos juzgará por nuestros hechos y los deseos de nuestro corazón. Él será todo lo misericordioso que pueda. Debido a que las obras y los deseos de las personas varían, el cielo incluye diferentes reinos o grados de gloria.
Nuestro Padre Celestial y Jesús viven en el reino celestial. Si vives de acuerdo con las enseñanzas de Jesús y eres limpiado de tus pecados mediante Su sacrificio, tú irás allá. Vivirás en la presencia de Dios y experimentarás un gozo duradero.
Las personas que rechacen el evangelio de Jesucristo, pero que lleven vidas honorables, recibirán un lugar en el reino terrestre.
Aquellos que permanezcan en sus pecados y no se arrepientan, recibirán un lugar en el reino telestial.
¿Escogeremos seguir a Dios?
En la vida, aprendemos y progresamos por medio de experiencias, tanto agradables como dolorosas. Dios nos permite elegir entre el bien y el mal, y entre servir a los demás o solo preocuparnos por nosotros mismos. Él promete grandes bendiciones a aquellos que eligen seguirlo. El desafío es tener fe en Su plan, aunque no tengamos todas las respuestas.
Debido a que todos cometemos errores, Dios envió a Su Hijo, Jesucristo, para que podamos ser limpiados y perdonados. Jesús hace posible que regresemos a nuestro hogar para vivir con Dios. Cuando aceptamos a Jesús y seguimos Su ejemplo, nos volvemos menos egoístas y podemos disfrutar de más amor, paz y felicidad.