Cuando se le preguntó qué mandamiento era el más importante, Jesús dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37–39).

Cuando reemplazas el odio con amor, y la ira con bondad, te sentirás más cerca de Dios y notarás más paz en tu vida.

Jesús enseñó la regla de oro durante el Sermón del Monte: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos” (Mateo 7:12). En otras palabras, trata a los demás de la misma forma en que deseas que te traten. Al hacerlo, fortalecerás tu relación con los demás y serás más feliz.

En Juan 3:16 leemos: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”. Tener fe en Jesucristo significa creer en Él y en Sus enseñanzas. Hacerlo te bendecirá en esta vida y en la vida venidera.

Jesús enseñó por medio del ejemplo que debemos orar a Dios, nuestro Padre Celestial, con frecuencia. Dios te ama. Él está siempre dispuesto a ayudarte. Comunícate con Él por medio de la oración, expresa gratitud y pide las cosas que necesites.

Mientras Jesús estaba en la tierra, Pedro le preguntó: “Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí?”. Jesús respondió: “No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete” (Mateo 18:21–22). Cuando ofrecemos libremente el perdón a los demás, podemos atraer más paz y perdón a nuestra propia vida.